Y se acercó a mí de nuevo, invadiendo mi
espacio, demoliendo mis defensas, despejando las posibles dudas, haciéndolo
todo más fácil con las ideas más claras que yo, y me volvió a besar.
Pero, cuando creí que había terminado,
volvió a empezar. Parecía que no iba a acabar nunca, pero yo tampoco quería que
acabase. Quería quedarme allí, en aquella esquina, durante toda la noche,
besándola, sintiéndola, amándola… Como nunca antes había amado a nadie. Quería
demostrarle que ella era lo más importante en ese momento, solamente ella.
Y, si fuera por mí, volvería a repetir
esa noche, en esa misma esquina y con los mismos protagonistas.
“-Ese era el último- Decía
mientras se alejaba. Pero antes de que pudiese soltarme la mano se la volvía a
agarrar con fuerza y la atraía hacia mí.
-El último de aquel segundo-
Susurré antes de volver a perderme en sus labios.”
Y así
pasaron las horas. Y eso era todo lo que yo deseaba, ella y nada más.
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