No fue el único sueño que tuve contigo, tuve muchos más.
Casi todos eran similares, apenas cambiaban detalles: de dónde
estaba la puerta, color de las cortinas, color de las sábanas,…
Pero hubo uno que también se quedó guardado en mi mente.
Esta vez despertaba solo, en una casa que nunca había visto jamás,
ni en otros sueños, la casa estaba desierta y apenas se escuchaba una televisión
al fondo. Algo me parecía extraño ya que todo me parecía extrañamente familiar,
sabía dónde estaban todas las cosas: mi camiseta del pijama, el cuarto de baño,…
pero me pareció algo extraño el notar que había una habitación de más. Me metí
en el baño y me lavé la cara, después, salí hacia el salón y allí estaba, un niño pequeño viendo la tele. No me
impresionaba, lo apreciaba como algo normal.
-¿Qué quieres para desayunar?- Pregunté.
-Cereales- Acertó a responder.
Cogí un bol bastante grande, lo llene de leche y lo llené de
cereales. Me tumbé a su lado en el sofá y seguimos viendo la tele y tomándonos los
cereales juntos. Terminamos de desayunar y fui a arreglar la cocina mientras él
se fue corriendo a arreglar su habitación. Después fui a su habitación a jugar
con él durante toda la mañana hasta que, en un momento determinado, vi una foto
tuya en un marco y sonreí.
*Ojalá estuviese aquí- Pensé*
De repente escuchamos como la puerta se cerraba, el pequeño salió
corriendo gritando “¡Mamá!”.
-Al parecer alguien me ha escuchado-Decía solo en la habitación del
pequeño.
Fui a tu encuentro en el salón, y allí estabas mágica, luminosa,
perfecta… Junto al pequeño que solo te explicaba lo que había hecho durante la
mañana. Entonces te acercabas a mí y me dabas un beso dulce. Después tomabas al
pequeño en brazos y lo hacías girar.
-Me he vuelto loca ¿sabías?-Me decías
-No importa, las mejores personas lo están-Te respondía
Era entonces cuando una luz me trasportaba a la fría realidad, sin
casa propia, sin cereales, sin niños y, lo más doloroso, sin ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario