1 de diciembre de 2012

Siempre fue ella


Fue entonces cuando pasaron los meses. Demasiado rápidos para mi gusto, y parecía haberla que al fin la había olvidado.

Mi vida había cambiado desde entonces, todo parecía ir bien. Mi corazón andaba despistado, creyendo que había encontrado el amor en una ilusión y mi cuerpo estaba centrado en otra ilusión que complacía las necesidades que tenía.

Todo marchaba en una aparente perfección que hacía que mi vida estuviese ocupada.

Lo recuerdo todo de ese día, demasiado nítido.

Estaba en la habitación junto a la chica que complacía mi cuerpo estaba en la habitación de al lado, yo estaba en una habitación en la cual ya había estaba en una ocasión pero que apenas conocía. Yo miraba por la ventana mientras ella se arreglaba después de una tarde-noche de pasión.

Mis pensamiento volaban y mis sentidos con ellos, el paisaje era mágico: la luz de la luna, el mar tan cerca, una cierta altura y un silencio que asombrada. Miré hacia el interior de la habitación y había un reflejo tenue de luz, sabía que estaría allí pensando en mí.

Pero entonces mis sentidos me alejaron del lugar donde estaba y me acercaron más de lo que nunca podía imaginado de ella. La luna reflejaba una luz blanquecina, una luna que a ella le encantaba. Una luna que también se reflejaba en ese mar tan próximo a mis ojos. El olor salado del mar se esfumó para atraer su aroma y, en aquel instante, no escuchaba nada que no fuese su voz. Definitivamente el mensaje de la semana anterior me había afectado notablemente.

De repente la luz de la habitación se encendió, era esa chica pelirroja con mi chaqueta gris, entreabierta, y además un pequeño tanga en rosa. Yo apenas tenía unos vaqueros y mi ropa interior. Nuestra ropa se había quedado por el camino durante esa tarde de pasión y sexo. Se tumbó en la cama y me miró, con unos ojos tan inocentes que robaban el alma. Le había hecho demasiado daño ese día a ella ese día, nadie merecía que la mintiese tanto.

Pero mis pensamientos no se centraban en la chica que tenía enfrente tan sexy e irresistible. Mi mente voló junto a ella, junto a su piel suave, junto a sus labios finos, juntos a sus ojos color Coca-Cola, junto a su pelo castaño y largo, ...

Sobre la chica sexy apenas tuve conocimiento de ella a partir de aquella noche. Intenté volver a olvidarlo todo sobre ella.

Quizás intentaba posponer lo inevitable, mi mente siempre volvería a ella.





Quizás era demasiado tarde como para desenamorarse de la chica de mis sueños.

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