“-Cierro
los ojos y no dejo de pensar en ella.
-¡Oh, pobrecito que se ha enamorado!
-Sí, al menos eso creo.(De ti)”
-Sí, al menos eso creo.
Mi vida siempre estuvo llena de
mentiras que ocultaban mi verdadera forma de ser, que enmascaraban cada
sentimiento que tenía, que me destruían.
Esas mentiras me llevaron a hacer
cosas muy oscuras en mi vida, cosas de las que verdaderamente me arrepiento,
cosas que aún a día de hoy me siguen doliendo como entonces…
La mentira era un lugar donde
poder esconderme e inventar lo que siempre había deseado o ocultar cualquier
pensamiento. La llevé a tal extremo que llegué a ocultar un sentimiento de
deseo enorme en ella.
Les mentí a todos, sin
excepciones. Incluido a mi mismo.
“-Seré
el calor que necesites siempre.
-¿De
verdad, siempre?
-Por
supuesto. (Mañana no estaré en tu vida)”
Pero, poco a poco me fui dando cuenta de
que las mentiras no podían acabar bien, que solo hacia daño a cualquiera que se
lo contase y, en ese grupo, estaba yo. Me hacían daño, ardían en mi interior y
eso hacía que me consumiera poco a poco en esa espiral de vergüenza y
arrepentimiento.
Las mentiras hacen que destruyas tu
futuro, haces que no puedas escribir nada sin que ellas no se abalancen sobre ti
y no puedas evitar su golpe.
Y llegó ella, y las mentiras acabaron. No
quería hacerle más daño (ni a mi), no quería volver a pasar noches
pensando en como hacer que las mentiras tomaran más forma,… La quiero a ella en
todas mis noches, quiero que nos riamos de aquel tiempo turbio y oscuro, quiero
escribir un futuro junto a ella.
Oculté
demasiado tiempo que eras el amor de mi vida, ahora toca demostrárselo al
planeta entero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario