Era
una calurosa tarde de verano, estábamos ella y yo como siempre, amándonos en su
sofá. Jugando a ver quién podía dar más besos al otro.
Poco
a poco el juego se fue calentando, la temperatura de nuestro cuerpo se elevó
hasta límites infinitos que solo el otro cuerpo podía calmar. La ropa empezó a
molestar, los besos eran más cortos e intensos, nuestras respiraciones se aceleraron
con nuestros pulsos. Mis ojos verdes subieron la mirada y encontraron los suyos
marrones, mirándome perversamente.
Se
levantó de encima de mí y se fue hacia su cuarto, yo la seguí como un fiel
perro sigue a su amo. Se tumbó en la cama, esperando a que yo me tumbase encima
y continuáramos ese peligroso juego que habíamos comenzado en el sofá.
En
la cama el juego cambió, todo cambió. Ya no nos besábamos para satisfacer
nuestras necesidades, sino para calentar aún más si se podía el cuerpo del
otro. La ropa pesaba demasiado y poco a poco fue cayendo al suelo, prenda por
prenda, hasta terminar semidesnudos en su cama.
Seguimos
jugando al juego de a ver quién calentaba más a quién hasta que entonces, casi
en un susurro, me dijo “Vamos a hacerlo”. Mis pensamientos volaron, cuantas
noches había soñado con que aquella frase saliese de sus labios, cuantas veces
había deseado hacerlo con ella,… Infinitas.
Mis
manos se deslizaron rápidamente por su espalda y desabrocharon el sujetador,
sus manos separaron nuestros cuerpos y bajaron hacia mi entrepierna. Un
escalofrío recorrió mi piel, mis labios se propusieron besar cada centímetro de
tu cuerpo. Poco a poco fueron bajando hasta que mis dedos se posaron en el
borde de su braguitas. ”¿Estás segura?” Le pregunté. “Hazlo” Respondió.
Mis
manos terminaron por desnudarla, era la primera vez que la veía desnuda, la
primera vez que veía a una mujer desnuda que quería todo de mí, una mujer que
me amaba tumbada en su cama.
Quizás
no fue el mejor inicio, pero fue nuestro inicio y eso lo hace perfecto.
Era
inevitable, ella tiene mi primera vez guardada en su corazón. Y su "C" con dos "J" acladas en el mío para siempre.
-Y
la abracé, con todo el tiempo que la había echado de menos.
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