11 de febrero de 2013

Y nos olvidamos del sexto mandamiento...




Era una calurosa tarde de verano, estábamos ella y yo como siempre, amándonos en su sofá. Jugando a ver quién podía dar más besos al otro.

Poco a poco el juego se fue calentando, la temperatura de nuestro cuerpo se elevó hasta límites infinitos que solo el otro cuerpo podía calmar. La ropa empezó a molestar, los besos eran más cortos e intensos, nuestras respiraciones se aceleraron con nuestros pulsos. Mis ojos verdes subieron la mirada y encontraron los suyos marrones, mirándome perversamente.



Se levantó de encima de mí y se fue hacia su cuarto, yo la seguí como un fiel perro sigue a su amo. Se tumbó en la cama, esperando a que yo me tumbase encima y continuáramos ese peligroso juego que habíamos comenzado en el sofá.

En la cama el juego cambió, todo cambió. Ya no nos besábamos para satisfacer nuestras necesidades, sino para calentar aún más si se podía el cuerpo del otro. La ropa pesaba demasiado y poco a poco fue cayendo al suelo, prenda por prenda, hasta terminar semidesnudos en su cama.

Seguimos jugando al juego de a ver quién calentaba más a quién hasta que entonces, casi en un susurro, me dijo “Vamos a hacerlo”. Mis pensamientos volaron, cuantas noches había soñado con que aquella frase saliese de sus labios, cuantas veces había deseado hacerlo con ella,… Infinitas.

Mis manos se deslizaron rápidamente por su espalda y desabrocharon el sujetador, sus manos separaron nuestros cuerpos y bajaron hacia mi entrepierna. Un escalofrío recorrió mi piel, mis labios se propusieron besar cada centímetro de tu cuerpo. Poco a poco fueron bajando hasta que mis dedos se posaron en el borde de su braguitas. ”¿Estás segura?” Le pregunté. “Hazlo” Respondió.

Mis manos terminaron por desnudarla, era la primera vez que la veía desnuda, la primera vez que veía a una mujer desnuda que quería todo de mí, una mujer que me amaba tumbada en su cama.

Quizás no fue el mejor inicio, pero fue nuestro inicio y eso lo hace perfecto.

Era inevitable, ella tiene mi primera vez guardada en su corazón. Y su "C" con dos "J" acladas en el mío para siempre.


  
-Y la abracé, con todo el tiempo que la había echado de menos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario