20 de febrero de 2013

Dreams #3


Me tumbé, esperando a que el sueño me invadiese.

Y así fue, un sueño un tanto extraño. Casi me parecía real.

Despertaba tumbado en la cama, en una habitación blanca casi inmaculada. La cama era ancha, había dos mesitas de noche de color blanco y en la pared del cabecero había una gran multitud de fotos. Apenas les presté atención ya que todo me parecía muy rutinario, me incorporé y busqué en la mesita mi ropa interior, después abrí el pequeño armario que había en la esquina para buscar mi ropa.

Mierda, me falta la camisa.” Pensé mientras me ponía los vaqueros.

Salí de la habitación en dirección al salón, que tenía un calor más cálido y acogedor. Y allí estaba ella, sentada con las rodillas subidas en una butaca en tonos madera, tan perfecta como siempre, estaba leyendo un libro bastante antiguo y bastante deteriorado al cual apenas se podía ver una parte del título… “viajero”.

Me acerqué a ella, tomé el libro y lo dejé encima de una mesa auxiliar que había allí mientras la besaba.

-Me tienes que devolver la camisa-Le susurré al oído.
-Tendrás que quitármela- Dijo ella mientras me devolvía el beso.

La cogí en brazos, noté como el pelo castaño resbala y caía en mi piel, me encantaba esa sensación de paz y tranquilidad. Fue entonces cuando me di cuenta de que ella apenas estaba vestida con mi camisa, unas bragas y unos calcetines largos. Cada vez me encantaba más esa escena.

La subí a la encimera de la cocina, mientras, le desabrochaba los botones de su camisa. Ella jugaba con sus manos en mi espalda y en mi pelo. Cada vez que un botón se desabrochaba yo besaba la parte que cubría y así, poco a poco, subí hasta sus labios.


-Sería una pena quedarnos con las ganas, esas alas en la espalda me piden a gritos que lo arañe- Dijo mientras esbozaba una sonrisa perversa.
-Al menos no te pide a gritos que lo haga tuyo, como el tatuaje que usted tiene en el pecho-Dije mientras le besaba en el cuello.

Ambos sonreímos y nos besamos pero, cuando nuestros labios se separaron, todo desapareció con el sonido del despertador.

Miré al techo y pensé: “Algún día, lo haré realidad.”

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