Al principio, solo eran miradas, atisbos de toda su belleza
la cual creía que era inalcanzable para mí. Admiraba cada detalle de su
perfección, me encantaba poder pasar las horas mirándola pero, poco a poco, las
miradas me parecían poco y me atreví a ir conociéndola.
Me encantaba conocerla, saber todas sus pasiones, todos sus
destellos, toda ella. Me enamoré de su sonrisa, perdidamente, tanto, que hacía
cualquier locura para poder verla por muy tonta o simple que fuese. Me
encantaba cuando sonreía y yo era la causa.
Hice tantas locuras que me volví loco, a todos ratos pensaba
e imaginaba mi mundo junto a ella.
Entonces me pregunté ¿Cómo una chica tan perfecta y formal como ella va a
acabar con un chico tan loco e imperfecto como yo? Al ver como las horas
pasaban y no las pasábamos juntos acepté que ella nunca sería para mí.
Pero me equivoqué, porque su locura es comparable con la
mía. Quizás no las realiza tan tremendas como yo, pero al menos las hace
conmigo y logra que me enamore aún más si puede de ella.
Y desde que por fin la abrazo y la tengo a mi lado, solo
quiero que no note el frío, que no sienta el vacío que algún día, antaño, yo
sentí. Quiero que sea feliz y que cada instante a mi lado sea único e
inigualable.
Porque eres increíblemente perfecta, incluso cuando estas a
punto de llorar, cuando te escondes para que no te vea llorar o incluso cuando
lo haces, eres preciosa y perfecta.
Y por último, solo decirte que te amo, que eres lo puto mejor y, si sonrío, es porque tu me das las ganas para sonreir. Tu y yo infinitamente juntos.
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