Así es como era yo, al menos eso era lo que me
decía ella…
Quizás me dejé llevar por la emoción, era la
primera vez que me ponía un apodo y era algo especial, algo único, algo mágico,
algo irritante.
Quizás no me agradaba mucho la idea de ese
sobrenombre, pero es el que ella me otorgó y poco a poco le tomé mucho cariño.
Tanto, que cuando escuchaba esa palabra sonreía en la mayoría de las ocasiones.
Porque antes era irritante, pero ahora somos
infinitos.
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