Él solo quería acostarse con ella, disfrutar de
su cuerpo efímeramente y guardar aquel recuerdo para siempre que lo necesitase,
pero acabó durmiendo con ella, despertándose antes y verla dormir unos
instantes para así notar que la vida volvía a sonreír.
Él que era un egoísta egocéntrico terminó secando
sus lágrimas, escuchando sus problemas y yendo a por ella después de las
clases.
Él que solo quería tomar su cuerpo una noche,
terminó tomando su mano cada noche admirar a la luz de la luna todos aquellos
detalles que la hacían única.
Él que solo quería un lío de una noche, se
convirtió en un adicto a su aroma, a su pelo, a sus besos… A ella.
Y entonces, pasó a querer comerse el mundo junto a ella y a ver que cada momento junto a ella valía todo el sufrimiento que habían pasado.
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