Estábamos ella y yo solos, en una noche estrella, con una luna semillena, con toda una noche por delante.
-Es el momento idóneo para hacerlo, lo que ambos deseamos.- Me dijo.
Miré hacia la ciudad, estaba completamente iluminada, me fijé en el mar al fondo de mi campo de visión. Giré la cabeza y allí estaba su mirada, a un palmo de la mía.
-La vida no es tan fácil como parece- Le dije, intentando disculparme.
-No es fácil porque tu no quieres que sea fácil- Replicó.
En ese instante se giró, enfadada. Fui y la abracé, un abrazo sincero que hacia tiempo que no daba, un abrazo que pedía disculpas y curaba herida, un abrazo entre ella y yo.
Se giró entre mis brazos y me besó. Un beso efímero, un instante fugaz.
-Algún día se cansará de decirte que no.- Bromeó mientras se libraba de mi abrazo.
-¿Y si no?-Pregunté.
-Siempre podrás esperarla en su portal y besarla-Respondió.
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