10 de abril de 2013

Recuerdos, que explotan, anclados en una imagen.


-Toma, hemos decidido que tú también deberías tenerla, pero tendrás que prometerme que no sufrirás.
+ ¿Qué puede ser que me haga tanto daño?
-Prométemelo.
+ Te lo prometo, ahora dámelo.



Y me lo dio, era una imagen de un papel dibujado, sin más.
Al principio pensé que era una tontería, una payasada típica de nosotros... Pero después me fijé en el papel escrito y en la habitación dónde estaba.



Era su mesa, era su letra y era la marca de sus labios reflejado en aquella tarjeta. Esos labios que tantas veces me habían aconsejado, que me habían hecho feliz, que tantas veces me invitaron a soñar... Y solo pude llorar, llorar por los miles de recuerdos que bombardearon mi cabeza, llorar por todos los mensajes cifrados que me había dejado con aquellas letras, llorar por todas las veces que escuché “Te quiero” de esos labios.

Recordé una situación en especial, estábamos sentados en una calle a la espera de que los de seguridad no se fijaran en nosotros para entrar en una discoteca. Ella me miró, sonrió y me susurró al oído que todo saldría bien, y si no salía bien que la acompañara a casa. No salió bien, como era de esperar, y la acompañé a casa. Durante todo el trayecto fueron risas, chistes y cotilleos, a los cuales yo no le daba importancia pero me hacía sentir importante. Fue entonces cuando llegamos a su portal, me dio un beso inesperado, me susurró un te quiero y subió a su casa.

Yo deambulé por las calles hasta encontrar un banco que me permitiese mirar al cielo, cuando lo encontré me senté en él y miré al cielo. Buscaba la luna, esperando que ella solucionase mi problema, pero no estaba.

“Quizás todo sea la luna.”-Pensé- “Que juega conmigo tanto cuando está como cuando no está.”

+ He roto mi promesa, pero gracias por hacer que no la olvide.

1 de abril de 2013

Prisionera


Te haré mi prisionera, que mi cama sea tu celda y mis sábanas tus grilletes. Y te amaré, infinitamente infinito.