30 de diciembre de 2012

Dreams #2


No fue el único sueño que tuve contigo, tuve muchos más.

Casi todos eran similares, apenas cambiaban detalles: de dónde estaba la puerta, color de las cortinas, color de las sábanas,…

Pero hubo uno que también se quedó guardado en mi mente.



Esta vez despertaba solo, en una casa que nunca había visto jamás, ni en otros sueños, la casa estaba desierta y apenas se escuchaba una televisión al fondo. Algo me parecía extraño ya que todo me parecía extrañamente familiar, sabía dónde estaban todas las cosas: mi camiseta del pijama, el cuarto de baño,… pero me pareció algo extraño el notar que había una habitación de más. Me metí en el baño y me lavé la cara, después, salí hacia el salón y allí estaba, un niño pequeño viendo la tele. No me impresionaba, lo apreciaba como algo normal.

-¿Qué quieres para desayunar?- Pregunté.
-Cereales- Acertó a responder.

Cogí un bol bastante grande, lo llene de leche y lo llené de cereales. Me tumbé a su lado en el sofá y seguimos viendo la tele y tomándonos los cereales juntos. Terminamos de desayunar y fui a arreglar la cocina mientras él se fue corriendo a arreglar su habitación. Después fui a su habitación a jugar con él durante toda la mañana hasta que, en un momento determinado, vi una foto tuya en un marco y sonreí.

*Ojalá estuviese aquí- Pensé*

De repente escuchamos como la puerta se cerraba, el pequeño salió corriendo gritando “¡Mamá!”.

-Al parecer alguien me ha escuchado-Decía solo en la habitación del pequeño.

Fui a tu encuentro en el salón, y allí estabas mágica, luminosa, perfecta… Junto al pequeño que solo te explicaba lo que había hecho durante la mañana. Entonces te acercabas a mí y me dabas un beso dulce. Después tomabas al pequeño en brazos y lo hacías girar.


-Me he vuelto loca ¿sabías?-Me decías
-No importa, las mejores personas lo están-Te respondía

Era entonces cuando una luz me trasportaba a la fría realidad, sin casa propia, sin cereales, sin niños y, lo más doloroso, sin ti.

29 de diciembre de 2012

Dreams #1


Hace tiempo, pensé que ya te había olvidado, que no me importabas y que no eras nada salvo un recuerdo lejano.

Pero todo cambió esa misma noche, porque soñé contigo y no sólo contigo.

En el sueño, yo despertaba y, aparentemente, estaba solo. De repente, noté una presencia en mi espalda por lo que me giré y allí estabas tú, dormida, sin más ruido en la habitación que tu respiración a escasos centímetros de mi boca, tan dulce, tan inocente, tan perfecta… Estaba tan concentrado en adorar cada uno de tus detalles que apenas noté como se abría la puerta de la habitación.

Alguien había entrado en el cuarto y se había metido bajo las sábanas de nuestra cama y, no sólo eso, sino que estaba subiendo hacia nosotros. Fue entonces cuando la vi, era una niña de apenas unos dos años, tenía esa mirada que tantas veces había visto en el espejo ¡tenía mi mirada! Y ese pelo castaño que tanto me gustaba de ella. Siguió subiendo hasta mi pecho y me abrazó fuertemente.



-Papi, vente a jugar conmigo- Replicaba.

-De acuerdo, iré- Le dije, mientras me incorporaba y la dejaba en el suelo- Pero antes despierta a tu hermano.



Antes de dejarla en el suelo me fijé en que mi antebrazo reflejaba dos tatuajes, sus nombres, no conseguí centrarme en ellos porque me distrajo saliendo corriendo hacia la habitación en busca de su hermano. Entonces, me giré para verla dormir, pero no estaba dormida, sino de rodillas encima de la cama, mirándome con esos ojos marrones. Me acaricio las mejillas con sus manos y me atrajo hacia sus labios, los cuales mordieron mi labio inferior y me dedicó una mirada perversa antes de  tumbarse en la cama.

-No empieces una guerra de besos que no puedes ganar-Le advertí.

Y me tumbé encima de ella besándola, amándola,… Era feliz junto a ella. Y justo en el momento en que cerré los ojos para poder disfrutar de ese momento desperté, sólo en mi cama.

Mi corazón sangraba y yo sabía que nunca podía olvidarme de ella. Se había ganado un hueco en mi corazón más grande de lo que yo podía imaginar. Y allí me quedé, sólo, llorando, sabiendo que mi vida junto a ella sería mejor.

25 de diciembre de 2012

Nuestro comienzo


Empecé a prepararme para la “cita” una hora antes, para no llegar tarde. En la boca de mi estómago había un nudo de nervios que no podía controlar. Apenas comí ese día, apenas pude hacer nada ese día, ella ocupaba todos mis pensamientos.

Cuando terminé de arreglarme partí hacia el lugar donde debería estar ella, sin ni siquiera mirar el reloj. Cuando llegué me inundaron las dudas: “¿Y si me ha hecho venir para reírse de mí?”, “¿Y si quieres vengarse de todo el daño que le había hecho antes?”, “¿Y si todo era mentira?”… Estas dudas hicieron acrecentar el dolor en mi estómago, fue entonces cuando me di cuenta de que quizás, en mi mundo de dudas, ya había pasado la hora… Ni en broma, aún quedaba diez minutos para la hora acordada, o al menos eso era lo que indicaba el reloj de mi móvil. De repente, mi móvil vibró en mi mano, un mensaje “Que extraño, nadie me envía mensajes a esta hora”-Pensé, lo abrí y era un mensaje de ella diciéndome: “¿Bajo o te dejo esperando?”, pensé durante medio minuto un buen mensaje de respuesta y se lo envié: “Si no estás aquí en diez minutos me iré.” Mentí, le hubiese esperado en ese escalón hasta que hubiese bajado, ya pasasen horas, días, meses o años. Esta vez no se escapaba de mí, la necesitaba y la necesitaba ahora.

En menos de dos minutos ya la tenía enfrente de mí, desordenada, con su melena castaña al aire y sus ojos color Coca-Cola mirándome fijamente, me encantaba(me sigue encantando). En ese momento las dudas que tenía anteriormente se disiparon para dejar lugar a otras… “¿Querrá un beso, un abrazo o un apretón de manos?” era la principal duda que se instaló en mi cabeza. Finalmente fue un abrazo, aunque por unos instantes dudé entre un abrazo o un beso apasionado…

La tarde transcurrió tranquila, sin tapujos, sin mentiras,… Como do viejos amigos que se vuelven a encontrar. Debía demostrarle que había cambiado, que no era el de antes, que había madurado(o al menos eso creía yo). Nos sentamos en un banco, con el Sol ocultándose, y nos pusimos a hablar de nuestra vida juntos.

Admitió que me quería, que me amaba, que siempre me había amado pero siempre se hizo la difícil y que quería estar conmigo. Por un lado estaba satisfecho de que tenía razón, siempre supe que le gustaba, pero a la vez estaba triste, mis labios tenían dueña. Una dueña que los había encadenado a ella, que hacía tiempo que engañaba y que hacía tiempo que no sentía nada por ella salvo un poco de cariño.

Me sentía inútil, la mujer que siempre había deseado enfrente mía y lo único que podía hacer era negar con la cabeza y pensar lo más rápido que pudiese como salir de aquella encrucijada. Necesitaba hacer algo, necesitaba pensar con mayor claridad, pero tampoco quería hacerlo, la quería a ella y la tenía enfrente de mí diciéndome que me amaba… Era un imbécil.

De repente, un paso de ella me evadió de mis pensamientos, se acercó y sus labios rozaron los míos. Era un beso, me estaba besando, la chica de mis sueños, la mujer que siempre había deseado me estaba besando… No me lo podía creer, era mágico. No sé cuánto duró ese beso, ni siquiera me fijé en las personas que estaban a mi alrededor, solo estaba atento a ella, a sus labios y a su bienestar. Nada existía, salvo nosotros dos amándonos a cada instante.


Ella había elegido por mí y desde ese momento supe que el resto de mi vida estaría junto a ella.

Gracias, por ser valiente por los dos. Te amo Cristina.

24 de diciembre de 2012

Comienzo...


Todo fue extraño, me costaba asimilarlo. Era muy extraño tener sentimientos por una persona, era alguien que había traspasado mi armadura echa por hielo, dolor, rabia y furia contenida y había llegado a mi corazón. Y no sólo para estar efímeramente sino que se adjudicó un sitio en mi corazón de fuego e invadió la mayoría de éste haciéndolo completamente suyo.

Pero como todo principio, fue muy difícil mantenerla allí. Solía fallar en lo que no debía, solía fallarle a ella, a todo lo que necesitaba para ser feliz. Todo por mi estúpido orgullo y por mi inútil ego.

La esperé, mucho tiempo. ¿Quién sabe si fueron minutos, horas o días? Lo importante es que la esperé en su portal, dispuesto a declararle todo lo que sentía, dispuesto a hacer todo lo que pudiese hacer para hacerla feliz y para robarle, al menos, un beso de sus labios.

Pero no apareció, la noche se tornó junto a mí y la luna me susurró que ella no vendría que no era para mí, que perdía el tiempo allí y que lo mejor sería marcharse y así hice. Aquella noche, y las siguientes a ésta, me dormí con lágrimas en los ojos, recordando cada instante perdido junto a ella, cada te quiero sincero que pude decirle y no le dije, cada sonrisa suya que hacía encender mi corazón, cada letra de nuestra canción… Y la hice mía, a la canción, no paraba de escucharla, día y noche, así tenía un pedacito de ella junto a mí.



Cada noche intentaba olvidarla, pero siempre que empezaba a hacerlo había un recuerdo que me hacía a la vez muy feliz y muy desafortunado: sus labios, a escasos centímetros de los míos. Y ese recuerdo se estancó en mi memoria diciéndome, antes de comenzar a olvidarla, “Por favor, mantén este recuerdo. Sólo éste.”  Le hacía caso. Y me autodestruía.





Y hubiese espera mil horas más en el portal si tu luna no me hubiese obligado a marcharme.


“Yo te quiero a ti, lo quiero todo de ti, ser tú y yo, todos los días.”

23 de diciembre de 2012

El fuego atrapado por el hielo.



Un corazón de fuego envuelto en una armadura de hielo.

Y así es está mi corazón y siempre lo ha estado. Es un lugar cálido, alegre, confortable y sencillo. Pero está rodeado con una armadura de hielo que yo mismo construí para que nada ni nadie pudiesen acceder a él fácilmente.

Tuve que protegerlo del dolor que me producía fallar una y otra vez a mis seres queridos, del dolor que los llamados “amigos” me provocan, del dolor de los amores pasajeros que vinieron y se fueron en un instante, del propio dolor que yo me proporcionaba por no ser lo suficientemente valiente (o por ser increíblemente tonto) y por el dolor de la indiferencia que me rodeaba.

No fue fácil pero tuve que hacerlo, no podía caer en esos momentos. Tenía que ser fuerte y sólo era fuerte si asesinaba a cada uno de los sentimientos que poseía.

Y eso es lo que hice, destruí (o al menos eso creía) todo lo que sentía, todo lo que aspiraba a hacer y todo mi pasado, y tan solo me quedé con el presente que estaba viviendo.

Y justo cuando creía que ya nunca jamás iba a tener sentimientos, que iba a ser inmune a todos los problemas que me pusiese la vida por delante, apareció ella y su mirada de fuego. Tumbó todas mis expectativas, mi corazón quedó al descubierto, sin defensas ante el calor que su mirada, su cuerpo, su sonrisa, su voz y su pelo me proporcionaba.

Junto a ella era un libro abierto, no tenía miedo de contar nada, no tenía secretos, nada me podía hacer daño si ella estaba allí. Pero ella no siempre estaba, en mi mente se creó un rencor, un rencor creado por un sentimiento de querer ser como era antes y eso provocaba que, en ocasiones, la perdiera.

Y la perdí, y con ella se fue el calor de aquellos días y el frío del invierno volvió a establecerse en mi cuerpo para que el dolor que me provocaba su ausencia no fuera tan intenso.


“-Se ha ido, y temo que sea para siempre.
-Tranquilo, hay más y mejores peces en el mar.
-Yo no quiero otro pez, la quiero a ella.”










Y pensé que quemé todos sus recuerdos en una hoguera pero era su recuerdo el que poco a poco me consumía y lo único que pude hacer fue ocultarlo en una esquina de mi alma.

15 de diciembre de 2012

Y tu recuerdo me consume


Siempre está compuesto por “ahoras”

Estas eran sus palabras, las que más me impresionaron nunca y las que solía repetir. Era algo que le identificaba, como su olor a dulce, su sonrisa rara, sus miradas acusadoras, su forma de no saber mentir, su maldad contenida, su melena “castaña” al vuelo, sus fuertes golpes, en definitiva… Ella.

Siempre hemos sido especiales, TODOS… Un grupo de “frikis” que un día se armaron de valor y decidieron juntarse para poder verse las caras, aún recuerdo la cara de asombrados de todos.

Decidimos crean ese grupo de frikis, juntarnos y hacer crecer nuestra amistad, alimentarla con risas y confesiones secretas, tan secretas que nadie más debería saberlo.

Hemos crecido, hemos ¿madurado? Supongo que la vida nos ha obligado a madurar, nos ha hecho mucho daño la realidad en la que vivimos ¿Sabes pequeña? En estos tiempos en los que estamos, tiempos que a ti te encantaban pasar, se te echa mucho de menos. Tú forma de insistir en ir a comprar regalos, tu forma de insistir para que nos veamos… Se te echa de menos entera.



Porque hace mucho que ese grupo no se junta, básicamente desde que no estas, no hay razón para volver a salir juntos, no hay nadie que nos una, el juego finalizo hace mucho y no nos quedan continuaciones. Poco a poco nos hemos vuelto a distanciar, a ser cada uno como éramos antes, cerrados herméticamente.

Te necesitamos ¿Sabes pequeña? Necesitamos a alguien que nos anime, que nos inyecte felicidad extra y que critique todos nuestros regalos.

Ayer sentí tu abrazo, cuando menos me lo esperaba, con mis defensas sin posibilidad de respuesta, sentí un abrazo largo y tu aroma en mi nariz, incluso añadiría que sentí tus pelos en mi espalda, un abrazo largo y continuado de los que acaban con un “Todo va a salir bien, ya verás”. Y me vine abajo, me deprimí hasta el punto de tener que cerrar todos mis poros de mi piel para no destrozarme en pedazos. No era mi día y tú lo catapultaste a una nueva versión de dolor. Ayer te necesitaba y tú no estabas para curar mis heridas.

Te echo de menos, espero que al menos, estés donde estés, te lo estés pasando en grande, estés sonriendo, y mirando cómo no paro de cagarla a cada instante, de cómo nos distanciamos y sé que próximamente harás algo para volvernos a unir.

Al final, como ya sabrás, no hubo fiesta de despedida, simplemente una pequeña reunión llena de lágrimas.

No sé si podré vivir con este dolor, no sé si algún día podré olvidarlo todo, no sé ni tan siquiera qué hacer ahora mismo… Bueno, llorar con tu recuerdo es lo que hago ahora mismo.

Te echo de menos, pequeña. “Te fuiste y te llevaste contigo todos mis secretos.”

“Pero hay ahoras que duran para siempre.”

13 de diciembre de 2012

Tiempo...


"Porque el pasado ya es historia, el presente un regalo morena y del futuro no sé qué será pero será a tu lado. Yo seré algo tuyo y tu mi eternidad."

10 de diciembre de 2012

Mentiras...


“-Cierro los ojos y no dejo de pensar en ella.
-¡Oh, pobrecito que se ha enamorado!
-Sí, al menos eso creo. (De ti)

Mi vida siempre estuvo llena de mentiras que ocultaban mi verdadera forma de ser, que enmascaraban cada sentimiento que tenía, que me destruían.

Esas mentiras me llevaron a hacer cosas muy oscuras en mi vida, cosas de las que verdaderamente me arrepiento, cosas que aún a día de hoy me siguen doliendo como entonces…

La mentira era un lugar donde poder esconderme e inventar lo que siempre había deseado o ocultar cualquier pensamiento. La llevé a tal extremo que llegué a ocultar un sentimiento de deseo enorme en ella.

Les mentí a todos, sin excepciones. Incluido a mi mismo.

“-Seré el calor que necesites siempre.
-¿De verdad, siempre?
-Por supuesto. (Mañana no estaré en tu vida)

Pero, poco a poco me fui dando cuenta de que las mentiras no podían acabar bien, que solo hacia daño a cualquiera que se lo contase y, en ese grupo, estaba yo. Me hacían daño, ardían en mi interior y eso hacía que me consumiera poco a poco en esa espiral de vergüenza y arrepentimiento.

Las mentiras hacen que destruyas tu futuro, haces que no puedas escribir nada sin que ellas no se abalancen sobre ti y no puedas evitar su golpe.

Y llegó ella, y las mentiras acabaron. No quería hacerle más daño (ni a mi), no quería volver a pasar noches pensando en como hacer que las mentiras tomaran más forma,… La quiero a ella en todas mis noches, quiero que nos riamos de aquel tiempo turbio y oscuro, quiero escribir un futuro junto a ella.


Oculté demasiado tiempo que eras el amor de mi vida, ahora toca demostrárselo al planeta entero.

8 de diciembre de 2012

Infinitamente...


Eres lo mejor que me ha pasado en la vida.


Mi vida ha estado llena de instantes felices pero efímeros. Pero contigo todo ha cambiado, la felicidad es infinita y permanente, no se escondo sino que sale a relucir.

Posiblemente ahora mismo no esté contigo, estaré lejos de ti pero pensando en ti. Llenando cada pensamiento de ti, cada latido de mi corazón con tu amor, cada segundo de mis sueños con tus besos, cada instante en mi cama con tu olor, cada instante de mi vida llenándolo de ti.
Sé que seguirás llenando mi vida de deseos, de nuestros deseos.


Porque ambos somos irritantes, a nuestro modo. Somos perfectos.




Porque en el futuro estarás tu, tu y solamente tu. Será contigo con quien despierte cada mañana, será contigo con quien me acostaré cada noche, será contigo a quien besaré siempre que pueda, será contigo a quien abrazaré y besaré en un altar, serás, como tu dijiste, la madre de mis hijos y serás el amor de mi vida.

Hagamos un trato:
Yo prometo amarte cada instante de mi vida y tú me haces el hombre más feliz del mundo ¿Capaz o incapaz?


Y sólo recuerda, por muy lejos que me vaya, estaré pensando en ti y volveré a por ti.



















De tu chico irritante, completamente enamorado de ti.

1 de diciembre de 2012

Siempre fue ella


Fue entonces cuando pasaron los meses. Demasiado rápidos para mi gusto, y parecía haberla que al fin la había olvidado.

Mi vida había cambiado desde entonces, todo parecía ir bien. Mi corazón andaba despistado, creyendo que había encontrado el amor en una ilusión y mi cuerpo estaba centrado en otra ilusión que complacía las necesidades que tenía.

Todo marchaba en una aparente perfección que hacía que mi vida estuviese ocupada.

Lo recuerdo todo de ese día, demasiado nítido.

Estaba en la habitación junto a la chica que complacía mi cuerpo estaba en la habitación de al lado, yo estaba en una habitación en la cual ya había estaba en una ocasión pero que apenas conocía. Yo miraba por la ventana mientras ella se arreglaba después de una tarde-noche de pasión.

Mis pensamiento volaban y mis sentidos con ellos, el paisaje era mágico: la luz de la luna, el mar tan cerca, una cierta altura y un silencio que asombrada. Miré hacia el interior de la habitación y había un reflejo tenue de luz, sabía que estaría allí pensando en mí.

Pero entonces mis sentidos me alejaron del lugar donde estaba y me acercaron más de lo que nunca podía imaginado de ella. La luna reflejaba una luz blanquecina, una luna que a ella le encantaba. Una luna que también se reflejaba en ese mar tan próximo a mis ojos. El olor salado del mar se esfumó para atraer su aroma y, en aquel instante, no escuchaba nada que no fuese su voz. Definitivamente el mensaje de la semana anterior me había afectado notablemente.

De repente la luz de la habitación se encendió, era esa chica pelirroja con mi chaqueta gris, entreabierta, y además un pequeño tanga en rosa. Yo apenas tenía unos vaqueros y mi ropa interior. Nuestra ropa se había quedado por el camino durante esa tarde de pasión y sexo. Se tumbó en la cama y me miró, con unos ojos tan inocentes que robaban el alma. Le había hecho demasiado daño ese día a ella ese día, nadie merecía que la mintiese tanto.

Pero mis pensamientos no se centraban en la chica que tenía enfrente tan sexy e irresistible. Mi mente voló junto a ella, junto a su piel suave, junto a sus labios finos, juntos a sus ojos color Coca-Cola, junto a su pelo castaño y largo, ...

Sobre la chica sexy apenas tuve conocimiento de ella a partir de aquella noche. Intenté volver a olvidarlo todo sobre ella.

Quizás intentaba posponer lo inevitable, mi mente siempre volvería a ella.





Quizás era demasiado tarde como para desenamorarse de la chica de mis sueños.