25 de septiembre de 2012

Infinite Love.


Son sus labios, los cuales no puedo dejar de besar y sentir a cada instante. Si esto ocurre, si ellos notan que estas demasiado lejos, empiezan a doler, un dolor insoportable que se va propagando por todo mi cuerpo empezando por mis labios, después a mi lengua, de ahí a mis ojos [Los cuales lagrimean si tu ausencia se nota en exceso]. El dolor se va extendiendo por mi garganta, dificultándome la respiración, baja hasta llegar al estómago [Este dolor comienza siendo como mariposas pero termina siendo un dolor abdominal terrible] y también hacia los pulmones. Por último, llega al corazón el cual se encoje y solloza por tu ausencia. Mis piernas tiemblan y no consigo lograr estar de pie demasiado tiempo.

Todo cambia con un beso de tus labios. Todo vuelve a la normalidad, todo funciona casi a la perfección y mi corazón grita lo que mis labios te susurran: Te amo Cristina, infinitamente infinito. 

22 de septiembre de 2012

Sus palabras antes de dormir...


Mi vida, mi infinito, mi todo, tengo que irme a dormir ya, aunque sabes que cuando duermo de verdad, feliz, es cuando estoy a tu lado sintiendo tu piel. Aun así, en mi camita, soy feliz, porque ahora después de todos esos años, soy tuya y solo tuya, y saber eso es un placer muy intenso, casi igual o más que de cada orgasmo que me das.

12 de septiembre de 2012

La primera noche de mi madurez

Estábamos ella y yo solos, en una noche estrella, con una luna semillena, con toda una noche por delante.

-Es el momento idóneo para hacerlo, lo que ambos deseamos.-Me dijo.

Miré hacia la ciudad, estaba completamente iluminada, me fijé en el mar al fondo de mi campo de visión. Giré la cabeza y allí estaba su mirada, a un palmo de la mía.

-La vida no es tan fácil como parece-Le dije, intentando disculparme.
-No es fácil porque tu no quieres que sea fácil- Replicó.

En ese instante se giró, enfadada. Fui y la abracé, un abrazo sincero que hacia tiempo que no daba, un abrazo que pedía disculpas y curaba herida, un abrazo entre ella y yo.

Se giró entre mis brazos y me besó. Un beso efímero, un instante fugaz.

-Algún día se cansará de decirte que no.-Bromeó mientras se libraba de mi abrazo.
-¿Y si no?-Pregunté.
-Siempre podrás esperarla en su portal y besarla-Respondió.


Y se fue, quizás con ella una parte de mi infancia, quizás todo cambió a partir de aquella broma. Era ella, mi pequeña bromista.